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PIEL DE DOS MUNDOS: EL CÓMO DEL FILOSOFAR MÈPHÀÀ

Malely Linares*

Muchas gracias a mi amigo Hubert y bueno, esta mañana quiero contarles cómo nosotros logramos coincidir por estos senderos. O es más adecuado decir que a nosotros nos encontraron los caminos de las palabras; como dicen los compañeros Nasa del Cauca, nosotros nos encontramos, “caminando la palabra”. Hubert, es un poeta y como poeta es la encarnación de lo que bien nos explica en su libro, “un cuidador de la palabra” y es uno de estos pocos que “son gente que sabe hacer reír”.

Debo decir que para lograrlo se necesita de mucha escucha, sabiduría y conocimiento, sentir y ser piel, la que nos une, la que nos enlaza con nuestros cuerpos-territorio que son una misma piel. Aunque en este mundo que devora la vida a cambio de los valores del mercado pareciera que a veces lo olvidamos.


Lo que hoy nos comparte Hubert a través de su libro es un viaje al pasado, a aquella historia de su pueblo. Él es un navegante, un viajero del tiempo que se ha ido a diversos lugares físicos para rescatar la palabra, para recuperar esa riqueza que les han querido arrebatar. En su mochila trajo consigo nuevamente su pensamiento propio para ser autónomos, la cosmogonía mè'phàà y en ese largo andar nos lleva a caminar por diferentes senderos de sus montañas en Guerrero y de su propia vida, nos habla desde lo más profundo, desde lo más íntimo y lo hace con una voz apacible que no queremos dejar de escuchar.

El lenguaje metafórico de Hubert nos llega intensamente, nos enseña la importancia de la palabra, de no tirarla por ahí, de cuidarla, de conservarla, del poder que de ésta emana. Nos dice, escuchen bien, que “la palabra es como una comida, que se comparte y da fortaleza para caminar en colectivo”.


Si nos adentramos en esta obra y digo obra porque es el resultado de una enorme faena, es la recuperación de muchas voces presentes y de otras que se nos adelantaron pero que nos siguen hablando. Nos vamos a encontrar con cuatro grandes ejercicios en los que nos explica el sentipensar de la gente piel y allí nos cuenta quiénes son la gente de piel y cómo para ellas y ellos nació el mundo. Nos relata el por qué hay una urgente necesidad de recordar quiénes son la gente de piel, sus lazos ancestrales. Esos mismos lazos que Hubert fue a tejer nuevamente hasta lo que hoy llamamos Nicaragua.

Nos hace un llamado, lanza un grito rotundo sobre la importancia de recordar nuestro lugar y de cómo nombrar el mundo. Cada uno de estos ejercicios los intercala con narraciones de la tradición oral, recurre a la memoria o como bien lo ha llamado a la pedagogía de la oralidad. En estas páginas acompasa las letras con piezas gráficas, dibujos, pinceladas, o grabados que nos cuentan algo, imágenes en las que podemos sumergirnos durante varios minutos y por qué no incluso horas… encontramos imágenes y palabras, que son su lengua, su comunidad hecha enseñanza para compartirla.


El grito de las formas sobre cómo nos enunciamos en el mundo no es el único que nos hace eco y resonancia. Pues si bien estas narraciones sobre cómo ha ido nombrándose y creando la comunidad, han sido plasmadas con una bella pluma, también nos mira a los ojos, nos toca el corazón para que comprendamos las distintas violencias que han trascendido en el tiempo y que hoy perduran en el territorio, haciendo énfasis en el racismo, el extractivismo de los territorios y de los saberes. Nos cuenta cómo hoy en Guerrero, en los pueblos indígenas de la Montaña y la Costa Chica hay 42 yacimientos mineros y que el Gobierno Federal ha otorgado alrededor de 38 concesiones por 50 años. Es ese mismo Estado o estados los que auspician las segregaciones entre movimientos sociales imponiendo estructuras narco-paramlitares y que generan la ruptura de solidaridades entre movimientos sociales. Una realidad que atraviesan otros pueblos originarios a lo largo y ancho de Abya Yala.


Pero otra de las grandes violencias que nos remarca Hubert es el despojo del idioma debido al racismo, por eso nos dice que este es uno de los grandes problemas que México debe resolver por el respeto de la diversidad cultural y aquí quiero compartirles un fragmento de su libro, nos dice:

"Cierto día preocupado por la pérdida del idioma, platiqué con un abuelo sobre la relación entre la lengua y el racismo imperante en las ciudades, me dijo: “La lengua es como tu cobija, la piel que te protege, en donde quiera que vayas la puedes llevar contigo: si hace frío te dará calor, si te toca dormir en el piso será tu almohada, si no la lavas se ensuciará; depende de ti si la mantienes limpia o no; si se rompe debes cocerla (p.97)"


Por eso nos recuerda la importancia de territorializarnos, de escuchar los mensajes de la naturaleza. Filosofar es vincular la espiritualidad y la ritualidad al territorio. El retomar la importancia que tienen el fuego y la lumbre para la comunidad; es el símbolo de la fuerza, de la unión y de la sabiduría. Filosofar, nos dice; es reflexionar, es cuestionar, es crear, es hacerse responsables con ese lugar que habitamos, con ese lugar en el que no hay ser vivo o muerto sin territorio, el que tiene piel y que requiere cuidados para ser recíprocos con esa casa.

Pero ¿cómo filosofar? Ese cómo tan fundamental en la filosofía mè'phàà que es el proceso de pensar, de resolver y hacer a través de los distintos tiempos que fundamentan la existencia; que sirve para educar, para dar consejos, para aprender a partir de la vida cotidiana y de las narraciones orales. Así nos cuenta cómo el tlacuache (considerado el primer contador de historias, cantor y poeta) robó el pulque. Una bella narración que nos invita a entender la importancia de contar historias para hacer reír y resolver las diferencias. Luego del tlacuache, brotan en las letras de este libro otros animales fundamentales para explicarnos cómo nació el mundo-tierra. Nos habla del ratón, del zopilote, del jaguar y de los escarabajos, que son el símbolo de la fertilidad, así que tengan cuidado si en estos días han visto alguno en sus casas.

Lejos de tomar una postura esencialista de lo que en la comunidad ocurre hace un llamado a volver a escucharnos para mudar de piel, a cuestionar y a transformar el sistema milenario estructural de opresión, el patriarcado originario ancestral que hace que las mujeres de los pueblos originarios vivan una triple dominación: racista, patriarcal y clasista. Se pregunta y se preocupa genuinamente por los roles y lugares que ocupan las mujeres en la comunidad y de la necesidad de que las mujeres puedan poner su palabra y sean tenidas en cuenta en la toma de decisiones como seres políticos.


Que se cuestione la dinámica de algunos usos y costumbres a favor del machismo, ese mismo que permite vender hasta por cinco mil pesos a las mujeres o que ellas sean desterradas cuando se niegan a casarse. Por eso, nos dice que si existen historias de origen, cuentos, ritualidades y lenguaje en donde el poder lo ejercen los hombres y hay que repensar ese “hacer” y transformar la vida para el bien común.

Nos habla de hacer piel, de amarrar las palabras. Eso es lo que hace. Nos habla de cómo los discursos poéticos nacen de las necesidades de las comunidades y cómo existen en ellas distintos poetas; los poetas mantis, los poetas rayo, los poeta sopladores del agua, los poetas piel de riego, los poetas chupadores de espina, los poetas que perdieron la piel del idioma y los poetas piel de dos mundos.


Hubert es un poeta de dos mundos, el que escribe en dos idiomas para reafirmar la vida ante la muerte de las lenguas pero para mí también es un poeta soplador de agua. En su libro nos cuenta que el miedo es una enfermedad que está en todas partes y que se puede contraer con el roce de una palabra infectada de violencia, que crece como un tumor hasta secar la piel, provoca el letargo, hace amarilla la piedra de nuestros ojos, pero los poetas sopladores de agua curan y seguramente ustedes quieren saber cómo, pero yo no se los voy a decir, el libro se los dirá…

Finalmente celebro con gozo este regalo que nos brindas y auguro que las palabras de Hubert nuestro compañero poeta, seguirán sembrando confianza, sabiduría y se convertirán en cicatriz de la tierra.


Muchas gracias.


*Fotógrafa, periodista y Licenciada en Ciencias Sociales por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, es Doctora y Maestra en Estudios Latinoamericanos; Doctora en Educación y Comunicación Social por la Universidad de Málaga y es Especialista en Negociación y Gestión de Conflictos Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 2019 fue galardonada con la Medalla Alfonso Caso por la UNAM.

Actualmente es Docente-investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus principales temas y líneas de investigación son Estado y sociedad: instituciones, procesos políticos y movimientos sociales en América Latina; procesos de paz como construcción social; la cultura en la formación de identidades y la relación entre comunicación y feminismo. Hace parte de los Grupos de Trabajo de Investigación de CLACSO: Pueblos indígenas y procesos autonómicos; del GT Comunicación, política y ciudadanía y de la Red Iberoamericana de investigación en comunicación y feminismo para la justicia social (IBERFEMCOM) que agrupa a investigadoras de once países.

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