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El silencio de los pájaros

Niltie Calderón Toledo*

Fotografía: Autora

—¿Has visto pasar las aves? Ayer las vi volar de forma rara, como presagio… como señal de cambio de tiempo. Quizá ya vengan las lluvias, o estén anunciando calor…eso, en el mejor de los casos.

No venían del norte, esta vez aparecieron del sur, eran muchas, tan blancas y grandes que al pegarles el sol parecía que sus alas estaban hechas de oro. Estaba con mamá, fue ella la que me dijo que volteara… luego que me vio levantar, mirar su rumbo y sus formas me dijo: ¡Acá se ven cosas muy extrañas! Y pensé que era cierto.


Hace dos años mientras miraba el cielo de la tarde, vi pasar un Quetzal… o eso me dije, fue una de esas cosas extrañas que dice suceden. Creí que era un Quetzal por su cola larga ¡sin duda, era un pájaro! un pájaro con una cola muy larga; sin embargo, la poca luz de mis ojos a esa hora y la falta de colores cuando se pone el sol me impidió tener certezas. ¿Eso era un Quetzal?, ¿Por este rumbo, esta tierra de vientos? Alguna vez fuimos selva baja, luego campo para la siembra con sus canales de agua que nos mandaban de la presa de Jalapa del Marqués; después nos la quitaron que para la refinería de Salina Cruz: ¡Ya sabes!, cada gobierno tiene sus ocurrencias sobre el progreso y a esta tierra le ha tocado padecer. Así el campo se secó y vino la desventura de la gente o su ambición… Quién sabe, y algunos terminaron entregando las tierras a las empresas eólicas.


Ahora esos ventiladores, con sus grandes plataformas de cemento y sus aspas gigantes son cementerios donde ya no puede permanecer la vida. En ocasiones me parece que hasta las aves han cambiado sus ritmos y caminos, creo que ya no les gusta venir por acá. Por eso aquella tarde que se me figuró ver un Quetzal volando concluí que era una de esas señales en el cielo que te avisan de algo, pero quién sabe de qué… aún no puedo entender los mensajes de los pájaros.

Hay personas que dicen que los pájaros le hablan a la gente de los pueblos. Me han contado que el Chitugui cuando canta sobre los árboles de tu casa, avisa que van a llegar visitas, y que ese pájaro al que le dicen cortamortaja si pasa haciendo ruido como de tijeras anuncia la muerte.


Yo veo y escucho muchos pájaros, algunos que reconozco y otros que me son ajenos. Pasan a descansar un rato sobre el árbol de tamarindo de la casa de mamá, y luego se van. La noche también es buen momento para saber de ellos, aun cuando una este negándose a escuchar porque desea dormir profundamente para olvidar el calor sofocante del día o el paso lento del tiempo; sin embargo, estos pájaros cantan tan fuerte que su sonido se mete entre los sueños y te susurran cosas, supongo es ahí cuando te enseñan su lengua para que aprendas a entender sus señales.

Algunas veces he soñado con pájaros o, mejor dicho, con ser un ave, he visto montañas y hermosas lagunas desde las alturas. Los pájaros nocturnos también cantan entre sí y se mueven de un árbol a otro para platicar a diferentes distancias. Algunos sonidos son curiosos como el del pájaro que canta como si gorgoreara agua en su garganta, pienso que ellos no sólo se comunican con otros pájaros tal vez, en la noche, también platican con los ríos, los estanques o las piletas que se quedan goteando y ellos, que saben hablar la palabra del agua, le preguntan sobre su sitio, su lugar de origen, sus hermanas y cómo nacieron lagunas o arroyos, imagino que el agua también les cuenta sobre sus dolencias.


Me contaba mamá que por donde está la casa, antes era terreno de milpa y que cuando llovía se hacía una laguna grande en esta zona que quizá era parte de la laguna de Zopiloapan, o laguna encantada, porque ahí aparecían y vivían seres a los que se debía guardar respeto. Después de la llegada de los parques eólicos, una de estas empresas que promueven “energías limpias”, decidió que iba a rellenar un brazo de la laguna porque cuando llovía se inundaban sus aerogeneradores que casualmente había instalado sobre ella, contaba un vecino de la zona de los peces muertos y la pestilencia que habían dejado con la desecación; pero nadie dijo nada.


Pienso que, en las noches, eso es lo que le cuenta el agua a los pájaros que tanto la buscan desde arriba, como destello, como espejo que los invita a descansar de su tránsito. A veces, me pregunto ¿A dónde irán los pájaros a descansar ahora si mueren todas las pequeñas lagunas? Decían que los Binnizála gente nube─, los que habitamos estás tierras, éramos pájaros antes de ser gente, quizá alguna vez nuestra lengua y la lengua de las aves era la misma y ambos buscábamos el agua para platicar con ella, por eso nuestros pueblos se asentaron a la orilla del Guigu bicu nisa, río de los perros de agua, entonces, conocíamos su palabra, sus tiempos y su furia.


Algo pasó. Ya no entendemos la lengua de los pájaros, tampoco conocemos la palabra del agua y, aunque seguimos hablando la palabra nube, no reconocemos lo que dicen los otros seres con quienes compartimos la tierra. Ahora nosotros somos pájaros en silencio.


*Investigadora Binnizá, originaria del Istmo de Tehuantepec. Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones (UAM-Xoch), Candidata a Doctora en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Ha trabajado con organizaciones y comunidades en Hidalgo, Oaxaca, Edo. México, Colombia y Perú en temas relacionados con mujeres y reparación del daño, pueblos originarios y defensa del territorio, educación. Conductora y realizadora de contenido para radio comunitaria: “América Latina desde la voz de las mujeres” Radio Plantón (2019), cápsulas de Radio: “Diidxa lu bi/ palabra sobre el viento” (2020), “Mujer que pare el pueblo-tierra: la partería en el Istmo de Tehuantepec” y “El cuidado de la casa de todos: la defensa del territorio en el Istmo de Tehuantepec”, Radio Comunitaria Totopo (2021).


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