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Libro de poesía Tutunakú "Xlaktsuman papa’ / Las hijas de Luno"de Cruz Alejandra Lucas Juárez


Ilustración: Diana Paola Granados García

Prólogo de Manuel Espinosa Sainos


Una voz que habla desde la raíz hasta la punta del corazón es una voz que promete mucho. En un país donde la gente suele avergonzarse de su origen, esa voz garantiza la permanencia de la palabra antigua, el litutunaaku, es decir, lo que nos hace ser lo que somos. Cruz Alejandra Lucas Juárez es una de esas voces frescas y activas de la literatura contemporánea en lengua tutunakú.

«Antes de ser mujer / sin apenas pronunciar mi primera palabra / ya era mujer tutunakú», nos asegura, y nos invita a reflexionar sobre la importancia de fortalecer el listakni’, eso que sirve para crecer y nos mantiene vivos. De manera insistente, en éste su primer libro, Xlaktsuman papa’ / Las hijas de Luno, nos invita también a defender el likatsín, es decir, lo que nos sirve para producir conocimientos y aprender de la filosofía ancestral tutunakú. Por eso nos dice, sin titubear, «ser mujer en estas tierras / se corre el riesgo de ser perseguida por la Luna».


Durante todo el ciclo de vida de los hombres y mujeres, desde su nacimiento y conforme van creciendo, la Luna tiene presencia e influye constantemente, para bien o para mal, en nuestro ser. Pero, a diferencia de otras culturas, para nosotros los litutunakunín, Luna es varón, es decir, es Luno, y así lo consigna Cruz Alejandra en varios de sus textos. Parecía lejos el día en que algún joven hablante del tutunakú irrumpiera con fuerza en el mundo de la literatura indígena, pues, a diferencia de otras culturas, en la región del totonacapan aún son pocos los que se atreven a escribir y crear desde su propia lengua materna, pero sobre todo desde la raíz.

Cruz Alejandra nos hace cómplices y hace cómplices a los que viven a su alrededor: «Al dormir nos transformamos / nos volvemos armadillo, / conejo, pequeño pájaro / o quizá serpiente». Y digo que nos habla desde la raíz porque sus textos nos desnudan y nos hablan de nuestra íntima relación con la naturaleza, ese modo de vivir que ha permitido mantener la armonía entre los seres humanos y el entorno.

Aquí un claro ejemplo: «Nosotros / somos pedazos de tierra / que a veces / se nos desmorona / el corazón». Desde siempre nuestros ancestros nos han enseñado esa íntima relación con la madre Tierra, ese ser que nos escucha y nos recibe entre sus brazos al nacer, y que permite, a la vez, que en su piel crezca lo que nos alimenta, ese ser y lo que en ella hay, que somos nosotros mismos: «Al morir la tía / retornó en grillo. / Ahora ella anuncia la muerte / al ejecutar su danza / en las cuatro esquinas de la casa».


Pero es también un libro que nos invita a denunciar, a alzar la voz y no permitir ninguna atrocidad más contra nuestros pueblos originarios. Nos dice que es momento de poner un alto a la negación del México multicultural, a la exclusión y discriminación que por tantos años han padecido nuestros pueblos: «Sé que tienes pena de verme a la cara, luwan / porque soy ojo de sol enfurecido / te aterra escucharme / porque soy el relámpago / que romperá tus oídos». Lean este libro, emociónense, enójense, suspiren, vibren al ritmo del pueblo de los tres corazones y sientan sus raíces propias para que al final digan: «sé que pronto hará su nido bajo mi ombligo».


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